domingo, 21 de julio de 2013

Un acercamiento a La Timba como un resultado de procesos dentro de la Sociedad Cubana.


Manifestaciones de música y baile populares siempre han estado presentes en el devenir de la cultura cubana, como paradigmas esenciales en la conformación de la idiosincrasia popular. La calidad de ambos como expresiones cubanas, hicieron que, desde las primeras décadas del siglo XX, trascendiera a planos internacionales, siendo uno de los negocios más fructíferos en la isla, la llamada música popular bailable.
Según el Doctor Leonardo Acosta la Timba es el primer movimiento original de nuestra música bailable que fue capaz de ganarse la atención internacional luego del triunfo de la Revolución.
¿Pero de donde viene la timba y por qué es exactamente en los años 90 que surge todo un boom alrededor de la misma?
Se le denomina Timba a la producción de música bailable que se produjo como una especie de fenómeno en los años 90 en Cuba. La Timba también es conocida como Salsa Cubana, pero tiene características específicas y diferentes con respecto a la Salsa Internacional y esa denominación de Timba se utiliza para diferenciarla de la misma, y también como un concepto de marketing. Vale la aclaración que aunque anterior a esta década se venían dando ciertas características de la Timba en mucha de la música que se estaba realizando en Cuba, es en los 90 cuando se consolida como un fuerte movimiento con gran repercusión.
A la Timba la antecede toda la tradición de música bailable que históricamente ha tenido Cuba. Musicalmente resulta interesante cómo inciden dentro de la misma, géneros populares bailables anteriores, de los que se van nutriendo y a su vez, lo que emane de esta unión, seguirá influyendo posteriormente a lo que depare el futuro, en un proceso de retroalimentaciones continuas. Géneros como la rumba y el son, los cuales traen y llevan toda la herencia de la clave, que influye en casi toda la música cubana, además del tratamiento de las voces, y el desarrollo melódico de las frases. También en cuanto a las estructuras, como por ejemplo la del son que contiene el llamado cuerpo (con coplas y estribillo) y después el montuno. Hereda además de la tradición bailable de los mencionados y de otros presentes dentro de la música cubana, que por lo general se bailaban en parejas, o muchas veces en coreografías de figuras, tradición que viene desde los siglos XVIII y XIX con la contradanza, danza, danzón, etc. Aunque particularmente en la Timba, el bailador realiza ciertos movimientos que le exigen cierta libertad corporal, se evidencia muchas veces cierta connotación sexual, que ya viene de la rumba y su vacunao, y otras variantes del folklor cubano. Tenemos también el singular pasillo que se denominó tembleque, que casi siempre viene a formar parte del clímax en los montunos, especialmente la parte que se conoce como la bomba. Se aplican además coreografías del casino que se adaptan bastante bien a la Timba, a pesar de esa “agresividad” y en ocasiones mayor velocidad. La Timba imprimió a esta fuerte interrelación música-baile una connotación diferente a la de épocas anteriores ya que esa interacción transgredía ciertas barreras impuestas por los medios masivos de comunicación.
A partir de los años 60 la creación de las diferentes escuelas de Arte propició la formación con elevado nivel académico de muchísimos artistas y músicos; aunque hay que aclarar que no ha sido objetivo de las escuelas de Arte en Cuba la formación de músicos populares, sino la formación musical a partir de la llamada música clásica. Lo interesante para mí es que esta formación musical clásica ha dado a los músicos herramientas, conocimientos de armonía, análisis, solfeo, que permiten que cuando estos creadores llegan a apropiarse de lo popular, la resultante artística adquiere una dimensión transgresora, novedosa y sorprendente, creando estilos de interpretación y composición, que irán dando lugar a múltiples y renovados resultados sonoros dentro de la música popular. Debo de aclarar que no todos los músicos pertenecieron a escuelas de arte, pero cada vez fue mayor la incorporación e influencia en las diferentes orquestas de los mismos.
En 1969 Juan Climaco Formell crea la agrupación Los Van Van, la cual fue obteniendo gran popularidad, partiendo del formato tradicional de la charanga pero llevando la experimentación a disímiles planos desde la rítmica, creando junto con el percusionista José Luis Quintana “Changuito” el ritmo songo, hasta el formato instrumental, al cual le añadió una sección trombones y un dúo de flautas, imprimiéndole a temas de diversas temáticas una sonoridad diferente y de gran aceptación.
En el año 1973 surge la banda Irakere, dirigida por el pianista Dionisio de Jesús “Chucho” Valdés, utilizando el jazz en múltiples variantes y también la música bailable cubana. Contó entre sus filas con grandes solistas e incorporó los tambores batá y los chekerés a la música popular y al latin jazz. Su imponente cuerda de metales serviría de modelo a muchas agrupaciones de la timba. Irakere representó además el primer Grammy para Cuba en el año 1978.
Aunque en el panorama musical de la isla existían muchas orquestas de calidad con formatos y estilos bien diferentes, algunas que venían desde mucho antes, Van Van e Irakere encarnaron nuestra música bailable por estas dos décadas y en lo adelante, ganando no solo prestigio y reconocimiento nacional sino también cierto prestigio internacional. A pesar de este reconocimiento en ocasiones, a causa de algunos de los textos de las canciones, y lo que trataban muchos temas musicales eran censurados por funcionarios institucionales y de los medios de comunicación masiva.
En los años 80 Adalberto Álvarez funda la Orquesta Son 14, la cual se caracterizaba por combinar el son tradicional con más contemporáneos conceptos y arreglos. Luego Adalberto fundaría otra agrupación que seguiría el perfil de Son 14: Adalberto y su Son.
Aunque se puede decir que estas tres orquestas, a partir de sus conceptos, formatos y sonoridades crearon las bases de ese boom que significaría la Timba en los 90, no es sino con la figura de José Luis Cortés, el Tosco, quien después de formar parte de las orquestas Van Van e Irakere, funda el 4 de abril de 1988 su propia agrupación: N.G. (Nueva Generación) La Banda, la cual logra la solidificación de todo este proceso y surge la Timba como tal.
Además de NG, el movimiento timbero también lo representaron muchas otras orquestas como la Charanga Habanera, dirigida por David Calzado, que ya no es propiamente el formato de una orquesta charanga. También se encontraban Manolín, el Médico de la Salsa, Paulito FG y su Élite, Issac Delgado, ex cantante de NG, con una banda y estilo más relajado, Dan Den, Pachito Alonso y sus Kini Kini, Yumurí y sus Hermanos, entre muchas otras orquestas. Muchísimas agrupaciones ya existentes comenzaron también a incursionar en este fenómeno.
La década de los 90 para Cuba trajo consigo una fuerte crisis económica que fue denominada período especial, producto de la caída del campo socialista, de quienes éramos dependientes económicamente.
Las condiciones de la isla durante estos años, con el apoyo del CAME, y especialmente a partir del año 1976 con la implantación de los planes quinquenales, representaron para Cuba una estabilidad económica. Pero más allá de lo económico, la influencia de estos países socialistas tenía también connotaciones culturales, y es que, en lo que nos ocupa específicamente, muchos de los profesores de las escuelas de arte eran de la escuela soviética, ya fueran rusos propiamente que venían a impartir clases, o profesores cubanos que adaptaban esa metodología e incluso estudiantes a los que se les otorgaban becas para estudiar en esos países; y mucha de la metodología impartida, aún actualmente, está relacionada con esa idiosincrasia y con formas específicas de ellos de ver el arte, la manera de la escuela rusa en la teoría de la música, el análisis musical y los métodos para la enseñanza de ciertos instrumentos, e incluso el aporte material de esos instrumentos para la enseñanza en Cuba.
Además de todo el bienestar que traía para Cuba todo el apoyo del CAME, el mismo representó para el país un estancamiento y aislamiento total para lo que se sucedía en el mundo en muchísimos aspectos. En el caso del mercado musical cubano, antes de 1959 gozaba de gran esplendor, que aún tiene sus frutos; pero luego de esta fecha, sin el apoyo de las instituciones norteamericanas que habían en Cuba que propiciaban, en parte, todo aquel auge, y con la aparición de erradas estrategias internas y una industria ineficiente del disco respecto a un mercado musical, con un sistema ciertamente incoherente, nos llevaron a un estado de aislamiento comercial para con la industria internacional. A pesar de que, como mencionaba anteriormente, aparecieron en este período cantidad de agrupaciones de todo tipo, no solo las mencionadas, con tantísimo talento, que hacían también sus giras internacionales; y aunque hubo su cierto reconocimiento, con el premio grammy (1º para Cuba) en el año 78 para Irakere, por las mismas estrategias erradas, no permitieron que nuestro mercado musical se desarrollara como merecía, a pesar de los grandes talentos y la cantidad y variedad de los mismos.

En el año 1992 se realizan cambios a la Constitución de la República para reconocer diversas formas de propiedad y modificar el ejercicio del monopolio del comercio exterior. Se promulgan nuevas leyes para favorecer esa búsqueda de nuevos mercados. La crisis en los 90 representó no solo un total caos para el país, con grandes magnitudes, sino que comenzó la búsqueda de soluciones de todas partes.
Se buscaron nuevos mercados y se legaliza el dólar que hasta ese momento era penalizado y en el año 1994 se establece la circulación del peso convertible.Tras el impacto de muchas de las medidas tomadas para distribuir el coste de estos ajustes se racionaron los bienes y se hicieron fuertísimas restricciones en la electricidad, el transporte y otros servicios.
Esta crisis fue generando una degradación de la sociedad a partir de la afectación de valores en algunos sectores de la población.
Al país tener la necesidad de obtener el capital necesario a partir de la industria turística que se encontraba en expansión, se propició la reapertura y surgimiento de nuevos espacios para la música bailable, incluso dentro de mismos hoteles, como por ejemplo el Palacio de la Salsa, dentro del hotel Riviera, favoreciendo la interacción de los artistas con todos esos turistas que venían. El surgimiento de corporaciones de origen extranjero y del capital que lo financiaba todo, y que propiciaba giras, fundamentalmente por Europa, propició que los artistas que hacían esta música se beneficiaran, logrando una remuneración considerable y estableciendo cierto estatus económico y social.
Cuando se va a definir el Arte estamos hablando de creación no solo de un concepto sino de la conformación de la misma sociedad, desde su construcción cultural, su asimilación, la disposición de las estructuras sociales y la identificación de sus individuos. Por lo que el Arte es determinante en la construcción de identidades y es reflejo a su vez de todos estos procesos. Las temáticas que trata la música popular bailable cubana siempre han estado vinculadas al sentir del pueblo, a funcionar, sin necesariamente proponérselo, como espejos de la realidad imperante. Hay que entender el origen de cada individuo, y cómo este origen generalmente va a influir en lo que haga luego, aunque el sujeto no se lo proponga. En la música popular bailable cubana, siempre hemos tenido muchos casos que nos demuestran cierta picaresca y en ella se ha mostrado muchas veces la idiosincrasia popular, desde sus títulos hasta la forma de tratar lo cotidiano de sus temas y el lenguaje, con un gran sentido de la identidad nacional. En el caso de la Timba por supuesto que se continúan tratando temáticas universales como la relación amorosa y la figura de la mujer como centro. Aunque también son abordados desde nuevos enfoques, como resultado de las dificultades de la cotidianidad vigente. Problemas de la crónica social también comienzan a aparecer, tales como las indisciplinas sociales de diferente naturaleza, y asuntos como la prostitución, el llamado jineterismo, que se les critica en cierto modo pero también se les da una visión de símbolos de lucha por la supervivencia; y es que en muchos de los espacios donde se desarrollaba esta música bailable estaban presentes las jineteras, y esto creó una especie de vínculo, ya que era el lugar nocturno propicio, en donde estaba el público propicio. A su vez toda esta lucha por la supervivencia trae choques de intereses, ambición, mezquindad, envidia, hipocresías, chismes, riñas de solar, mayor impulso del machismo, ya presente en nuestra idiosincrasia, y se abordan las carencias existentes y las soluciones que surgen para asumirla, que conducen a la sociedad hacia la paulatina degradación, a través de cierta e innegable agresividad, que representa y canaliza toda esta situación imperante en Cuba la cual es reflejada a partir de la Timba.
La Timba no solo se insertó en el marco internacional y de los centros nocturnos ya que, la mayoría de la población cubana no tenía acceso a este tipo de lugares, sino que también las diferentes orquestas se presentaban en espacios abiertos. A este proyecto cultural se le denominó “gira por los barrios”, y se hacían los conciertos en parques y plazas de los municipios de la capital. Así la Timba lograba también la aceptación de estas comunidades, incluso, en parte, en los medios de comunicación masiva.
El texto musical está estrechamente vinculado con las características socioculturales de sus compositores y su realización tiene en cuenta el género musical para el que es escrito, además del contexto sociocultural ideopolítico en el que se desarrolla el creador.
Creo que aunque es significativo diferenciar entre códigos vulgares, chabacanos y los populares, debemos tener presente que la dialéctica del lenguaje ha transcurrido muchas veces desde lo vulgar a lo popular y de ahí a lo normal o estándar, por lo que no siempre se debe justificar el rechazo a vocablos y expresiones que en algunos contextos pueden resultar funcionales y eficaces para cierto tipo de mensaje. Dependerá del ingenio popular y la pericia de intérpretes y creadores poder valorar modos apropiados y posibilidades expresivas para hacer efectivas sus proposiciones.
Tanto la agresividad que desprendía esta música, como espejo a su vez de los duros procesos por los que pasaba la sociedad cubana, la interacción con los bailadores, esa interrelación música-baile que promovió la Timba, las temáticas y el lenguaje para abordarlas, la proyección de los músicos tanto en escena como fuera de ella, entre muchos otros aspectos, vulneraban ciertas barreras impuestas por los medios de difusión. Poniendo como ejemplo a la agrupación NG La banda, pilar fundamental del movimiento de la timba cubana, encontramos que en la década del 90, muchas canciones representativas de esta conjunto fueron criticadas y censuradas, hasta el punto que en algunos lugares se borró la discografía entera de esta agrupación. Al NG sacar a la luz ciertas temáticas, y aunque musicalmente había una indudable calidad, las interpretaciones que se hacían al respecto, sobre todo desde unos medios de difusión, que son gubernamentales e históricamente han reflejado una realidad idílica de nuestro país, este enfoque de la realidad de los años 90 no convenía que saliera a la luz, no convenía respaldar algo que iba en contra de toda una ideología política de cierto control. El poder no fue capaz de asumir la realidad, y como ésta se reflejaba desde el arte (en este caso la Timba), además del desbordamiento expresivo que conllevan las fiestas populares con esta música como centro; entonces se censuraba. Muchas canciones de NG, representativas para la Timba como El Preso, El Saxofón, El Almacén, La Bruja, El picadillo de Soya, entre muchísimas otras, que no solo reflejaban la realidad, de manera asequible a un público, con una calidad y originalidad incuestionables, sino que en muchos casos, las canciones eran denuncia a ciertos males que muchas veces no solo quedaban en la mera exposición del problema, sino que mostraban una posición ante ellos, fueron prohibidas.
La censura en casi todos los casos fue efectiva y por lo tanto muchos temas nunca fueron escuchados por el público cubano y más en un momento que el artista, además de su gestión personal, dependía del sistema de los medios de difusión.
Además de que este boom, hizo que muchísimas agrupaciones, ya no de tanta de calidad, quisieran integrarse a este fenómeno, por todos los beneficios económicos que conllevaba, con un mero propósito de insertarse en un mercado internacional, sin responder musicalmente a los criterios que imponía esta manifestación; y así aquello novedoso en la manera de crear, asumir y tocar la música y la creciente formación de orquestas que a él se iban agregando, dio paso a la reiteración de ciertos esquemas y aunque en los procesos artísticos en que coinciden diversos compositores, se encuentran rasgos en común que los sistematizan y los caracteriza como creadores de un estilo, a su vez provoca que otros proyectos de menor nivel imiten excesivamente estos modos de hacer de las agrupaciones de más calidad. Se crea entonces un círculo vicioso que hizo a ciertos sectores de la crítica dudar sobre la verdadera calidad de la Timba.
El bombardeo de los medios y la crítica hacia la Timba en los 90 perjudicó en cierta medida a la cultura cubana, al desarrollo de una música bailable y privó en gran medida un público acostumbrado a buenos arreglos musicales y canciones con calidad musical; además, que hizo cerrar algunos espacios donde la gente iba a disfrutar a estas orquestas.
Aunque el protagonismo de la Timba ha sido variable y a pesar de otros fenómenos en la música cubana, como el “renacimiento” y auge de la música tradicional propiciada por el Buena Vista Social Club o la aparición y apogeo del Reggaetón, es indudable su incidencia en todo el entorno musical y su continuada presencia en los escenarios cubanos, lo cual indica la trascendencia del mismo. La Timba sigue formando parte importante dentro del repertorio de las agrupaciones más emblemáticas de la música popular bailable cubana. Creo, independientemente de los aciertos y desaciertos de esta música, que hay que tener en cuenta que resulta una crónica de los procesos y problemáticas de su contexto. 




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