sábado, 10 de agosto de 2013

Ayer encontré un tesoro

Si, ayer me encontré un tesoro. Organicé mis libros (que todos son mis tesoros también, muy preciados) y hallé unas revistas que recordaba que tenía, que había considerado importantes, pero que en realidad no me había puesto a hojearlas. Con detenimiento ayer lo hice y me emocioné mucho al darme cuenta que eran dos del año 1928 y otras tres de 1929. Son ediciones de la Revista Musicalia. 
Indagando un poco sobre Musicalia encontré que era una Revista que existió en Cuba y fue sumamente importante para el conocimiento de la música, en especial la cubana, para Cuba y para el mundo en el Siglo XX. En ella se divulgaba el acontecer musical, y en el caso de los compositores cubanos ayudó para que estos fueran conocidos tanto nacional como internacionalmente.
La Revista era bimestral. Se fundó en La Habana, Cuba, en el año 1928. Sus fundadores fueron María Muñoz y Antonio Quevedo. El primer número fue el de mayo-junio de 1928.
Luego en el segundo número de la revista expresarían sus fundadores: 

"Musicalia no es una revista de élite, aunque posiblemente sea —y a ello lógicamente aspire— una revista para la élite. ¿Exclusivismo? No. En esta élite cabe todo el que abriga una vehemente aspiración de pertenecer a ella [...]. Solo el remiso, el conformista, el interesado, están de antemano excluidos. ¿Muchos o pocos? Eso depende de ellos, no de Musicalia."
María Muñoz y Antonio Quevedo

En Cuba los estudios sobre música prácticamente no existían. Se comentaba sobre música en crónicas que abarcaban temas generales. Los estudios e investigaciones serios dedicados a la música y al arte en general aparecen como tal en el Siglo XX, y fueron realizados por compositores, historiadores y etnólogos, no necesariamente musicólogos como tal, aunque luego hubo un auge de la musicología. Entre los colaboradores que tuvo la Revista Musicalia estuvieron Alejo Carpentier, Don Fernando Ortiz, Aaron Copland, Federico García Lorca, Guillermo M. Tomás, Alejandro García Caturla, Carlos Chávez, Francisco Ichaso, César Pérez Sentenat, Julián Orbón, Ángel Gaztelu, Luis de Soto, Luis Gómez Wangüemert, Adolfo Salazar, Alfredo Casella, Eduardo López Chavarri, Serafín Pro, Hilario González, Otto Mayer-Serra, entre otros. 
Los esposos María Muñoz y Antonio Quevedo, los fundadores de la Revista, eran españoles que residían en Cuba desde 1919. Fueron un matrimonio muy comprometido con la música. María Muño(1886-1947) era pianista, profesora y fue graduada del Conservatorio de Madrid bajo la tutela de Manuel de Falla. Ella, junto con su esposo Antonio Quevedo, desarrollaron una destacada actividad musical en Cuba, fundando además la Sociedad de Música Contemporánea en 1929 y la Sociedad Coral de La Habana. Además era María Muñoz directora y profesora del Conservatorio Bach, que estaba en la calle San Rafael nº 70. Antonio Quevedo (1888-1977), había abandonado su profesión de ingeniero para dedicarse a la música como escritor, crítico y organizador de actividades relacionadas con la misma. 
María Muñoz y Antonio Quevedo fueron también anfitriones de la estancia de Federico García Lorca en La Habana durante los tres meses que el escritor estuvo en la ciudad. Lorca les llevaba cartas de diferentes amigos españoles, entre ellas una de Manuel de Falla para María Muñoz. En la carta decía Manuel de Falla sobre Lorca: 
Es digno de cuantas atenciones se tengan con él. Quisiera que vieran ustedes en Federico como una prolongación de mi persona”. 
A su vez María y Antonio introdujeron a Lorca en el ambiente intelectual de La Habana. A los 3 días de su llegada, lo llevaron al concierto del gran Sergei Prokofiev, que actuaba en La Habana invitado por la Sociedad ProArte Musical. 

La Revista Musicalia además de publicar artículos creó luego los Conciertos Musicalia, donde daban a conocer obras de diferentes compositores cubanos y extranjeros como Erick Satie, Maurice Ravel, Igor Stravinsky, Nicolai Rimsky Korsakov, Manuel de Falla, Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla, entre otros. 

La Revista Musicalia dirigida por María Muñoz y Antonio Quevedo estuvo saliendo hasta el año 1944. 
En la actualidad apareció Musicalia II,  con el objetivo de ofrecer información sobre el pasado y presente de la música cubana para dentro y fuera del país. Además abarcar toda la influencia de la música cubana en otras culturas y su trascendencia. Tiene salida trimestral y además tiene una extensión digital. 

En el caso de mis Revistas, las mías que tengo a mi lado ahora mismo, es una sorpresa con toda esta información que he buscado que una es el primer número que salió. Qué emoción!!! esa famosa primera de mayo-junio de 1928. Las otras son el 3er número (septiembre-octubre 1928), la 5ta (enero-febrero 1929), la 6ta (marzo-abril 1929) y la 7ma (julio-agosto 1929)... quisiera que fueran más. Costaban 25 centavos las revistas. Que interesante porque en realidad además de los artículos traen resúmenes de conciertos y recitales, publicaciones y música recibida, notas del extranjero, reseñas de libros, discos, ilustraciones, fotografías y retratos de compositores e intérpretes.
De las cosas que siempre me llaman la atención es la publicidad de la época. Dentro de la publicidad siempre se reitera la del Conservatorio Bach porque claro, era de ellos mismos, los dueños de la revista, pero hay otras hermosas por los diseños y simpáticos mensajes. Los artículos abarcan temas con profundidad pero a la vez el lenguaje no es complejo. En estas revistas me llaman la atención la variedad de temáticas, desde el Neoclasicismo en la música Contemporánea, Manuel de Falla en París, Posibilidades sinfónicas de la música afrocubana, un artículo sobre arte latinoamericano, la interpretación de la obra de Debussy hasta otros textos interesantes como uno titulado Terapéutica de Jazz u otro llamado Música desnuda, entre muchos otros. 
En realidad son contenidos que iré desentrañando aún más. Justo me estoy iniciando en ellos. Adoré un dibujo de uno de mis ídolos de la intelectualidad cubana, Jorge Mañach que es una caricatura al compositor Amadeo Roldán. 
Pues esto me ha dado muchísimas alas para seguir investigando sobre la vida musical e intelectual cubana de esos años. Adoro las cosas de mi país que siempre me anda sorprendiendo. 




María Muñoz de Quevedo:
 





Bibliografía consultada

-Alejandro García Caturla. Correspondencia. La Habana, Editorial Arte y Literatura, 1978.
-Carmen María Sáenz. «Musicalia en el tiempo». Clave (La Habana) (8): 26-29; 1988, y (9): 40-43; 1988.
-"Diccionario Enciclopédico de la Música en Cuba". Instituto Cubano del Libro. Editorial Letras Cubanas. 2009.
-Luis Morillo Vilches. "García Lorca y Cuba: Historia de una pasión"

2 comentarios:

  1. Para más información sobre María Muñoz les dejo este artículo de Marta Valdés (escritora y compositora cubana). Un artículo del 2010

    A lo largo de mi infancia y adolescencia se me hizo familiar el nombre de María Muñoz de Quevedo. La prensa, las revistas y cualquier otro medio relacionado con el acontecer musical en nuestro país, reflejaban su omnipresencia en los ámbitos pedagógico, institucional y artístico y dejaban entrever los rasgos de la personalidad única de quien fuera generadora de ideas, impulsora de talentos y, sobre todo, fundadora y promotora del movimiento coral en Cuba en su sentido más estricto.

    María Muñoz Portal, gallega de nacimiento, vino al mundo en 1886 y, desde pequeña, demostró un talento musical fuera de lo común. Premiada en varias ocasiones durante la primera etapa de su formación, transcurrida en Cádiz, continúa sus estudios en el Real Conservatorio de Madrid donde, a la edad de 21 años de edad, al concluir esa etapa, recibe por unanimidad, de parte de un jurado de altísimo nivel donde participan figuras como Manuel de Falla y Tomás Bretón, el Primer Premio de Piano. Destacada ya en el campo de la dirección coral, comienza entonces una exitosa carrera como intérprete solista así como en trabajos de conjunto para ejecutar música de cámara. Asimismo estrecha sus relaciones con Falla, bajo cuya dirección amplía sus conocimientos sobre Armonía y realiza estudios de composición.

    La cercanía de María Muñoz Portal a su maestro la convierte en una fiel seguidora de su estética, Debe haber sido por eso mismo, que creció en la joven la inclinación hacia lo nuevo, hacia lo que está por descubrir, así como la vocación incontenible por fundar, abrir caminos, aunar fuerzas, iluminar conciencias.

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  2. (Parte 2)
    En 1919, recién casada con el ingeniero Antonio Quevedo, cruza el océano en viaje de luna de miel, cumplimentando la invitación para pasar una temporada en Cuba junto a unos familiares. A bordo del barco Antonio López, la pareja advierte, con alegría, la presencia de otro músico -muy joven, por cierto-a quien ya han admirado como primer violín de la Orquesta Sinfónica de Madrid así como en conciertos de música de cámara donde ha actuado como solista. Ahí está en cubierta, con una gran melena y su enorme pipa, leyendo a Rubén Darío, Amadeo Roldán, listo para iniciar una amistad que más bien parece un amor a primera vista, y presto a desenfundar su violín para alegrar, mano a mano con María al piano, las horas que transcurrirán entre cielo y mar (donde nada está oculto) sin que ambos se den demasiada cuenta -jóvenes al fin-de las dimensiones de una travesía a bordo del espíritu, que está comenzando y no va a tener regreso.

    María Muñoz y Antonio Quevedo se prendaron de la naturaleza, de las gentes, del clima de esta Isla y decidieron radicarse aquí por el resto de sus vidas. Luego de una primera etapa de presentaciones de la pianista en recitales y conciertos, la vida de relación con el ambiente musical de la capital y el encuentro con el talento de aquellos tiempos, la llevan a desplegar su energía en el ámbito pedagógico. No tarda en fundar su propia escuela: el Conservatorio Bach, institución que alcanzó larga vida; punto de partida hacia la sólida formación de creadores e intérpretes que luego enriquecerían con sus obras el arte nacional. A su colaboración incesante con Roldán, se sumó una estrecha amistad con Alejandro García Caturla que aportó un impulso notable al esplendor con que floreció su talento.

    Acciones tan relevantes como la creación de la Sociedad Cubana de Música Contemporánea, un verdadero acto de fe hacia el talento creador y las perspectivas de nuestra música en relación con el panorama del arte universal en su tiempo, contaron con el concurso de altas figuras como Roldán, Caturla y César Pérez Sentenat, a la cabeza de una larga y bien nutrida lista. Este acontecimiento ocurre en un año de tan especial significación para la vida cubana, como lo fue el 1930. Ya en 1927, doña María había fundado la revista Musicalia, que se mantuvo viva hasta 1946 y fue catalogada como una publicación única en su género, abarcadora de temas informativos, impulsora de la mejor crítica, órgano orientado hacia la divulgación, tanto de trabajos musicológicos como de obras recién compuestas por los jóvenes creadores, cuyas partituras se editaban en cada número de la publicación. En este empeño, al igual que en todas las iniciativas que puso en práctica, doña María contó con el apoyo y la participación de Antonio Quevedo quien, a sus facultades como crítico de arte, supo añadir las excelencias de un editor de primera línea.

    María Muñoz instó a los compositores cubanos a crear obras pensadas para coro. En 1931 había fundado la Sociedad Coral de La Habana y, con ello, daba inicio a un nuevo capítulo de la música en Cuba, de cuya fructífera descendencia, representada en lo adelante por directores, agrupaciones corales y compositores, queda constancia en las audiciones seleccionadas para ilustrar, hoy domingo, estos párrafos. Sólo unas pocas referencias bastarían para evaluar el trabajo de esta mujer al frente de dicha institución, si registramos -por ejemplo– que en 1933 el público cubano pudo disfrutar de la Novena Sinfonía de Beethoven en un concierto a cargo de la Coral de La Habana y de la Orquesta Filarmónica bajo la dirección de María Muñoz de Quevedo y Amadeo Roldán, respectivamente.

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