"No soy exactamente un cantante sino alguien que dice las canciones, que les otorga un sentido especial, una significación propia, utilizando la música para subrayar la interpretación. (...)
Escojo la canción que interpreto por placer. Cuando me gusta una canción la estudio hasta averiguar todos los rincones que pueda tener en su letra y en su música. (...) Cuando actúo siento de todo: un torrente de sensaciones, desde lo erótico a lo ingenuo, desde el entusiasmo a la desesperación. Siempre soy un niño pero soy más niño cuando actúo. (...)
Me hubiera gustado cantar ópera, pero tengo voz de manguero, tengo voz de vendedor de duraznos, de ciruelas, entonces me resigné a vender ciruelas en el escenario sentado al piano. (...)
Jamás he actuado sin ensayar y estudiar previamente. Yo tengo voz de manguero pero lo que hago me lo sé muy bien. (...)
No me explico como hay explico como hay artistas que improvisan, que llegan a actuar sin haberse preparado. (...)
El escenario es un salón de cuatro paredes en que a una le tocó llamarse público. Es en el escenario donde se despliega uno toda su verdad. (...)
Cultivo la expresión más que la impresión. No me gusta impresionar, sino tocar la sensibilidad del que escucha. (...)
Yo escribo cancioncitas; la palabra compositor es demasiado seria y demasiado respetable. (...)
La música y yo somos uno, es lo único que me gusta. El único gran placer que experimento es hacer sentir música. (...)
Un artista, un verdadero artista, sale a morirse cada vez que aparece en el escenario. Yo creo que hay que hacerlo así; yo lo hago así. (...)
Ignacio Villa y Bola de Nieve son una sola persona. Vivo para mi trabajo y no de él. "
IGNACIO VILLA.
(Testimonios del propio Bola de Nieve recogido en el libro "Bola de Nieve" de la Editorial Letras Cubana. 2004. )
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