viernes, 22 de enero de 2016

Se quedan allí...

A veces pienso mucho en esta canción de Silvio Rodríguez. Me gustan sus palabras y su interesante manera de decir como a veces una relación muere o se obliga a morir por no enfrentarse, por culpa de la cobardía. 



Óleo de una mujer con sombrero

Una mujer se ha perdido conocer el delirio y el polvo, 
se ha perdido esta bella locura, 
su breve cintura debajo de mí;
se ha perdido mi forma de amar, 
se ha perdido mi huella en su mar. 

Veo una luz que vacila y promete dejarnos a oscuras, 
veo a un perro ladrando a la luna 
con otra figura que recuerda a mí, 
veo más, veo que no me halló, 
veo más, veo que se perdió. 

La cobardía es asunto de los hombres, no de los amantes. 
Los amores cobardes no llegan a amores ni a historias, 
se quedan allí. 
Ni el recuerdo los puede salvar, 
ni el mejor orador conjugar. 

Una mujer innombrable huye como una gaviota
y yo rápido seco mis botas, blasfemo una nota y apago el reloj. 
Que me tenga cuidado el amor, que le puedo cantar su canción. 

Una mujer con sombrero, como un cuadro del viejo Chagall,
corrompiéndose al centro del miedo 
y yo que no soy bueno me puse a llorar
pero entonces lloraba por mí y ahora lloro por verla morir
pero entonces lloraba por mí y ahora lloro por verla morir

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